Nuestra Escuela de Ajedrez, desde 1992 contigo
Desde hace más de 30 años, la Escuela de Ajedrez dirigida por Juan Manuel Riesco Lecuona ha sido un punto de encuentro para todas aquellas personas que quieren aprender, mejorar o simplemente disfrutar del ajedrez. Juan Manuel, Entrenador Nacional de la Federación Española de Ajedrez, lleva toda una vida dedicada a enseñar este juego de forma cercana, paciente y adaptada a cada edad.
Se trata de una escuela de iniciación, pensada para quienes se acercan por primera vez al tablero, pero que cuenta con diferentes niveles para que cada persona pueda aprender a su ritmo y seguir progresando. No es necesario tener conocimientos previos: solo ganas de participar y disfrutar.
Las clases para los más jóvenes se celebran en la sede del club, los lunes y miércoles de 18:00 a 20:00. Durante esas dos horas, los niños y niñas aprenden jugando, resolviendo pequeños retos, compartiendo partidas y creciendo no solo como ajedrecistas, sino también como personas. El ajedrez les ayuda a desarrollar la concentración, la memoria, la lógica y el respeto hacia los demás, en un ambiente dinámico y divertido.
Por su parte, las personas mayores también tienen su espacio en la escuela. Se ofrecen clases semanales de hora y media en dos centros de jubilados del municipio. En el Hogar del Jubilado Beti Bizkor (Olibet), las sesiones tienen lugar los viernes de 10:30 a 12:00, y en el Hogar del Jubilado Bienvenida (Beraun), los jueves en el mismo horario. En estas clases, el ajedrez se convierte en mucho más que un juego: es una forma de mantenerse activo mentalmente, de prevenir el deterioro cognitivo, mejorar la memoria y disfrutar de un rato agradable en compañía.
Para muchos de nuestros mayores, estas sesiones son uno de los momentos más esperados de la semana. Risas, charlas, partidas… y sobre todo, la satisfacción de seguir aprendiendo y compartiendo.
Nuestra escuela no es solo un lugar donde se enseña ajedrez. Es una comunidad que une generaciones, que fomenta valores, y que cuida tanto de la mente como del alma. Y lo más importante: siempre hay sitio para una persona más.

